A través de un camino de 1,2 km, el desfiladero del Siq te obliga a imaginar las caravanas, los comerciantes y viajeros que dieron esos mismos pasos unos dos mil años atrás. La espera termina cuando de a poco, entre las rocas, el Tesoro empieza a revelarse. Aunque en realidad, poco se sabe de los fines de esta grandiosa obra arquitéctonica tallada en piedra arenisca.
Eso es sólo comienzo, y te deja casi sin aliento. De repente nos encontramos con unos camellos acostados, unos niños que juegan alrededor y con una sonrisa fugaz te piden una moneda.
El camino es sinuoso, uno a uno los monumentos, tumbas y coliseos nos van marcando el día. El calor nos hace acordar que en medio de tanta historia hay un bar donde uno puede descansar los pies y tomarse una buena cerveza (llamada Petra).
Subir y contar los escalones para llegar al Monasterio y creer que todo está visto, que la capacidad de asombro ya se completó, para luego continuar pero esta vez sin escalones, buscando entre piedras y parajes “el mirador”, del cual muchos hablan y muy pocos pueden explicar.
Pasan las horas y se acumula el cansancio, hasta que llegamos con pocas certezas a una toldería, donde te reciben sonrisas más grandes que las de los niños de abajo. Sentarse en el abismo mismo y contemplar de vuelta el comienzo desde las alturas, más cerca del cielo y más lleno de sentidos, obviamente hay que saber mirar…
Cómo llegar a este mirador?
El camino está marcado en verde en el mapa que te dan en el ingreso a Petra
Empecien a caminar detrás de las Tumbas reales, se pasa por un primer lugar con vistas hacia el Teatro y a partir de ahí pueden seguir las señales de piedras apiladas que van marcando el rumbo
Antes de llegar hay dos carteles que nos indican que vamos bien a “The Treasury from above” (así aparece en Google maps para sumar un referencia más)
Arriba hay un bar para descansar con consumición obligatoria