Nosotros
Entre charlas, desde el escritorio de casa, entre vinos y algunas tapas (recetas de los distintos viajes), aislados por esta interminable pandemia, nos pusimos a pensar en viajes, en itinerarios, en destinos sin nombres, sin prejuicios. Un poco como una distracción, otro poco como un estímulo (pensar viajes siempre te invade el cuerpo de una energía inexplicable), pero siempre teniendo clara una meta, tenemos que proyectar el viaje que nos merecíamos, esa nueva travesía que nos devolviera las emociones, las ganas y la maravillosa sensación de volver a construir una nueva aventura, aún con todos los imprevistos y contratiempos que traen estos tiempos.
Comenzamos haciéndonos todas esas preguntas que todos nos hacemos… ¿cuándo podremos ir? ¿será seguro? ¿qué país nos dejará entrar? ¿qué requisitos tendrán? ¿test PCR, antígenos, vacunas, pasaportes sanitarios, ¿qué vacunas?… ¿y ahora?
¡Y ahora el frenesí! Cómo le habrá pasado a cualquier viajero, nos pusimos a buscar y a leer, investigar, especular, preguntar, especular de nuevo. Fronteras que abren, fronteras que cierran, vuelos que se programan, vuelos que se cancelan, abren las atracciones, cierran y vuelven a abrir y lo que leímos el lunes había cambiado el viernes. Pero como toda experiencia, esa búsqueda infructuosa y sin respuestas perdurables nos dejó también un aprendizaje: todos los días cambian las respuestas, todos los días nacen nuevas preguntas y en todos los rincones del planeta nos domina la misma realidad, una incertidumbre que pareciera arrasar con todo y que se intensifica tal vez un poquito más en lugares como nuestra querida Argentina. La industria del turismo está muy necesitada de nosotros, pero los precios cambian a velocidades récord, las cuotas casi no existen. Pero nada de eso nos desalentó, ni nos hizo querer dejar de soñar con recorrer cada rincón del mundo, aún con todas las contradicciones y todas las dificultades, las ansias de viajar están más latentes que nunca, porque viajar alimenta el alma, abre la mente, expande nuestros sentidos y nos da sentido.
Y así, sin querer queriendo (más queriendo que sin querer) compramos dos boletos a Estambul, dando inicio a una nueva aventura como una bitácora viviente, una aventura que inició después de hacer click en “comprar”, porque el viaje no es solamente disfrutar el destino, si no su gesta, es un largo (y hermoso) proceso que implica desde la simple organización de los itinerarios, hasta llenarnos de historia y cultura leyendo y mirando documentales sobre nuestro destino, buscando precios, cuotas y otras formas de pago, dónde dormir, qué ver, buscando consejos de aquellos que ya han transitado esos lugares y nos regalan su experiencia, saboreando su gastronomía en casa, hablando con gente del lugar y por sobre todo, disfrutando mucho pero mucho de este maravilloso mientras tanto.
Entonces, si el viaje no es sólo el viaje en sí, sino también su construcción ¿por qué no compartir esa parte del proceso? De eso se trata esto, de compartir la experiencia, de conocernos, de mostrar las búsquedas de disfrutar como viajeros cada instante del viaje que empieza un tiempo antes de subirse al avión…
Compartiendo viajes
En esta historia nos dimos cuenta que en nuestra vida poco a poco fuimos teniendo cada vez más amigos viajeros, amigos de antes, amigos nuevos, amigos que conocimos en viaje. Con ellos nos pasamos precios de vuelos, itinerarios de lugares y revivimos cada vez que nos encontramos esos viajes que hacemos. Siempre nos emocionamos y recordamos que esta construcción se disfruta más compartiéndola con ellos. Así sumaremos también sus experiencias y sus vivencias.